1- Controla la cantidad de
sal en tus comidas. Sustitúyela por hierbas aromáticas, limón o
especias que aporten un toque de sabor a tus platillos.
2- Realiza entre cuatro y
cinco comidas al día. De esta forma, estarás comiendo menos
cantidad de
alimentos, pero aumentarás la frecuencia de ingestión, lo cual mejorará
la eficiencia del metabolismo y evitará que aparezca el hambre.
3- Consume un mínimo de
cinco raciones de frutas y verduras por día. Aportan vitaminas,
minerales, agua y fibra, además de que contienen pocas calorías, grasas,
sodio y nada de colesterol. El reparto ideal consiste en tres piezas de
fruta y dos raciones de verdura.
4- Cocina siempre con aceite de oliva, mejorará tu salud cardiovascular.
5 -No salgas sin
desayunar. Quince minutos son más que suficientes. Recargarás tu
organismo de energía para afrontar el día de la mejor manera física y
psicológica. Un desayuno completo debe estar compuesto por lácteos,
cereales y fruta.
6 -No te obsesiones con
las calorías que debes consumir. Cada individuo tiene necesidades
propias. Si la báscula no se mueve, es porque estás tomando las que
necesitas.
7- Come pescado azul
(arenque, atún) dos o tres veces a la semana. Es rico en ácidos grasos
Omega- 3, nutrientes esenciales que tu organismo requiere, pero que no
genera por sí mismo.
8- Los lácteos deben estar
presentes en nuestra alimentación diaria, pues son una excelente fuente
de nutrientes: proteínas, calcio y vitaminas (A, D, B12 y ácido
fólico). El calcio es un mineral esencial para prevenir la osteoporosis y
mantener fuerte la estructura ósea y los dientes. Por ello, los
expertos recomiendan la ingesta diaria de entre dos y cuatro raciones de
alimentos lácteos.
9- Las legumbres (alubias,
lentejas, garbanzos, etcétera) son una de las principales fuentes de
hidratos de carbono y proteínas de origen vegetal. También cuentan con
un bajo nivel de grasa. Lo recomendable es consumir, al menos, dos o
tres raciones por semana.
10- Según la Organización
Mundial de la Salud, las grasas deben cubrir entre 30% y 35% de nuestras
necesidades energéticas diarias. Sin embargo, las grasas saturadas no
deberían suponer más de 7% de dicha aportación.
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