Hay un remedio popular que consiste en
recurrir 'al cubito de hielo'; se pasa envuelto en una
gasita para que
no queme la piel después de desmaquillar el rostro y justo antes de
maquillarlo, porque el frío hace que se contraigan los poros, pero de
forma temporal, así que hay que repetirlo a diario, lo cual es un rollo.
Buscando efectos a más largo plazo, la cosmética destinada a remediar
este inconveniente no solo actúa como tratamientos para tapar o disimular
los poros o preparar la piel antes del maquillaje; actúan también como
tratamiento mejorando la piel día a día, de modo que pueda recuperar,
con el uso cotidiano de sus fórmulas, el equilibrio ideal y sea capaz de
revelar tersura y jovialidad.
Aunque conseguir que los poros dilatados
se cierren no resulta nada fácil, esto no significa que no haya que
presentarles batalla. Por diferentes razones y en diferentes edades los
poros se dilatan. En la adolescencia, cuando se obstruyen por un exceso
de grasa. Con el paso del tiempo cuando la renovación natural se vuelve
menos eficiente y la piel que sostiene los poros esta débil a causa de
los años de exposición continua al sol sin protección, las ásperas
células muertas se agrupan alrededor de los poros, haciendo que parezcan
mayores. Y la deshidratación y la ruptura de la barrera de hidratación
aplana las células causando que los poros tengan un aspecto más
dilatado.
Quizás no haya una ‘cura milagrosa’, pero sí hay
muchas formas de minimizarlos y disimularlos temporalmente con
soluciones para conseguir reducirlos en las zonas conflictivas: la
frente, las mejillas y la nariz, en donde las antiestéticas
'porosidades' adquieren a veces el lamentable aspecto de cráter
epidérmico.
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