La primera recomendación que me gustaría
hacer sobre la sauna es que debemos entrar en lo que se llama “confort
termico”, es decir, no podemos entrar si tenemos mucho calor o mucho
frio, o tenemos los pies helados. Si esto es así, la ducha que nos
tenemos que dar antes de entrar en la sauna debe ser un poco más larga e
incidiendo en aquella zona que tenemos más fría.
A la sauna debemos entrar bien secos y
siempre comenzaremos sentándonos en el banco inferior (en el cual la
temperatura es menor). Cuando nos acostumbremos a la temperatura (unos 4
o 5 minutos) podemos pasar al banco superior y permanecer sentados o
tumbados con los pies elevados por encima de la cabeza.
Una anotación importante: la sauna es
una técnica de aplicación de calor seco. Se puede verter un poco de agua
sobre las piedras calientes para conseguir un golpe de sudor cuando
estamos en el banco superior y ya nos hemos “acostumbrado” a la
temperatura, pero se vierte muy poco agua.
Tras el tiempo que permanecemos en la
sauna, debemos tomar una ducha fresca, secarnos bien, y permanecer en
reposo unos 20 minutos. Lo ideal es repetir este proceso sauna – ducha –
reposo unas 3 veces (ajustando los tiempos y adaptándolos al tiempo
total del que disponemos). Y debemos, por supuesto seguir las
indicaciones y respetar las contraindicaciones que nos marque el profesional que nos atienda.
Pero si debemos saber que está
ampliamente demostrado que tomar una sauna una vez por semana mejora
nuestro sistema cardiovascular, mejora nuestro sistema óseo y muscular y
nuestra salud en general.
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